Ante la llamada triple crisis planetaria (cambio climático, extinción masiva y contaminación), el Día Internacional de la Madre Tierra invita a una instancia de reflexión para valorar la importancia del cuidado de nuestro planeta.

Una conmemoración de alcance global que invita a la reflexión

En su declaración, los países signatarios expresaron su preocupación por el deterioro ambiental y los impactos negativos en la naturaleza resultantes de la actividad humana, por lo cual invitaron “a hacer uso, según corresponda, del Día Internacional de la Madre Tierra para promover actividades e intercambiar opiniones y visiones sobre condiciones, experiencias y principios para una vida en armonía con la naturaleza”.

A través de la resolución 64/196 del 21 de diciembre de 2009, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) determinó que cada 22 de abril se celebraría el Día Internacional de la Madre Tierra, más conocido como el Día de la Tierra.

Precisamente, en el programa Armonía con la Naturaleza impulsado por la ONU, el organismo reconoce que “el agotamiento de los recursos naturales en el mundo y la rápida degradación ambiental son el resultado de patrones de consumo y producción insostenibles que han tenido consecuencias adversas tanto para la Tierra como para la salud y el bienestar general de la humanidad”.

Desde entonces, y a lo largo de 13 años, se han ido adoptando una serie de resoluciones que contemplan diferentes perspectivas para la construcción de un nuevo paradigma no antropocéntrico “en el que la base fundamental para la acción correcta e incorrecta en relación con el medio ambiente se base no solo en las preocupaciones humanas”.

Minimiza los desperdicios de alimentos

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) advierte en un reporte de 2013 que se desperdician 1100 millones de toneladas de alimentos vegetales al año, mientras que el desperdicio de alimentos de origen animal ronda los 175 millones de toneladas.

Estas cifras representan el 19 % de la producción total de alimentos de origen vegetal y el 3 % del total de alimentos de origen animal. El informe también reconoce que la mayor parte de ese desperdicio ocurre tanto durante la producción como en los hogares en partes iguales.

En un mundo en el que existen entre 720 y 811 millones de personas con hambre, según datos de la FAO, resulta imperativo invitar a las personas a repensar sus hábitos de consumo y tomar conciencia a la hora de comprar, consumir y desechar alimentos.

Datos más recientes compartidos en marzo de 2024 por el PNUMA advierten que, en 2022, se generaron 1050 millones de toneladas de desperdicios alimentarios. Esto supone 132 kilogramos por persona y aproximadamente una quinta parte de todos los alimentos disponibles para el consumo humano.

En cuanto a los desechos, justamente, Vera Manzanares aconseja una práctica que cada vez gana más adeptos: compostar para reducir los desperdicios: “Entre los proyectos que impulsamos desde Guardianes está el compostaje. En mi pueblo, Villeta, los residuos se llevan a un basurero de Bogotá que está extremadamente contaminado y cuyo transporte cuesta 10 millones de pesos. Si compostamos, reducimos la basura y evitamos afectar las fuentes hídricas o acuíferas”, expresó.

Reducir, reutilizar y reciclar

“El cuidado y la responsabilidad a la hora de consumir es una gran acción individual a la hora de generar cambios”, dice Aguilar, de Eco House. Para la activista, es importante ver qué productos se compran, de dónde vienen, qué tipo de packaging utilizan, si es posible reducir la cantidad de plástico y si se puede recuperar o reutilizar el envase.

El concepto de reducir, reutilizar y reciclar, añadió, puede hacerse extensivo a distintos hábitos domésticos, como el lavado de platos o la higiene dental. Hacer foco en el consumo responsable implica repensar la forma en que se vive.

Además, los aparatos electrónicos, la ropa y otros artículos que compramos generan emisiones de carbono en cada eslabón de la cadena de producción, desde la extracción de las materias primas hasta la fabricación y el transporte de los productos al mercado. Ante ello, la ONU recomienda comprar menos, adquirir productos de segunda mano, reparar lo que se rompe y reciclar.